01 septiembre 2011

EL PSC Y EL LIDERAZGO







Después de 2 derrotas electorales consecutivas y del incierto resultado de las próximas elecciones generales del 20-N, el PSC habrá de afrontar su XII Congreso.

Será un momento duro, para los análisis de resultados y de sus causas, y esperanzador para el diseño de la nueva línea política y de los nuevos liderazgos.

De la franqueza y valentía para afrontar ambos debates, dependerá el futuro de un partido, que lo ha sido todo en el ámbito de gobierno y que en estos momentos, está amenazado de pasar a ser la segunda y en algunos territorios la tercera fuerza política.

Desde la visión gran angular que dan 31 años de militancia en el PSC y 43 en la izquierda, quiero aportar algunas humildes reflexiones.

Primero sobre la diagnosis. ¿Qué nos ha traído hasta aquí sin que nadie haya podido evitarlo. ¿Sin que nadie viera venir las consecuencias de una política tan errática.

Las causas son múltiples, pero 2 sobresalen por encima de todas las demás: Una la política económica. Otra la falta de capacidad de crítica interna.

La primera por habernos abandonado al determinismo de los dictados del FMI, y del BCE, gobernados por el neoliberalismo ideológico y por partidos de la derecha, abrumadoramente mayoritarias en Europa.

La segunda por no tener la valentía de decirlo en tiempo y forma, dentro de los organismos de dirección que correspondían.

Si la posibilidad y el derecho a ejercer la crítica política interna, está reconocida estatutariamente,  ¿porqué no se hizo  en su momento.

La respuesta es tan sencilla como vergonzante; por la falta de valentía personal que impele la auto-regulación interesada.

Cuando un partido está en el poder y la inmensa mayoría de sus cuadros están en tareas de gestión institucional, es muy difícil que alguien escuche a los “pepitos grillo” que avisan de nubes en el horizonte. La gestión del día a día les come el tiempo ordinario que debieran destinar a escuchar, reflexionar y reorientar la línea política. Siempre ha sido la excusa perfecta para que los cargos institucionales abandonen la formación permanente, mientras el resto de la organización se forma. Esto produce una brecha formativa que sirve de caldo de cultivo para la confrontación interna entre los desactualizados y los actualizados, entre los que creen que ya llegaron y los que aspiran a llegar.

Esto ni es nuevo, ni es un descubrimiento del PSC. Les ha ocurrido a la mayoría de partidos de izquierda en el mundo que, desde el poder, se han volcado a la gestión por la gestión y han caído en la tecnocracia sin horizontes estratégicos.

Después del tropezón, y de la travesía del desierto que eso nos depare, habrán de establecerse los mecanismos para exhortar e incentivar la crítica. No es lo mismo que la dirección aliente la crítica, a que la cercene. Las posibilidades creativas potenciales del conjunto de la organización, cambian exponencialmente y las posibilidades de empatía con el electorado y de acierto en las líneas estratégicas, también.

¿Qué hacer. ¿Cómo recuperar la iniciativa política perdida. Apunto un breve decálogo:

1º.- Modificar radicalmente nuestra política económica, girando a la izquierda. Si queremos tener autoridad moral para pedir nuevamente el apoyo al electorado que nos abandonó, hemos de ser fieles a nuestros principios programáticos socialdemócratas, tomando medidas que hagan que las cargas de la crisis sean proporcionales a las posibilidades económicas de los distintos segmentos de la población. Recuperar la coherencia entre lo que prometemos cuando nos presentamos a elecciones y lo que ejecutamos, es imprescindible para obtener nuevamente credibilidad política.

2º.- Plantear una profunda reforma fiscal que aumente los ingresos del Estado por la vía impositiva, y dejar de recortar los gastos sociales y los derechos adquiridos por los trabajadores y las clases sociales más desfavorecidas.

3º .- Impulsar acuerdos internacionales que ayuden a  acabar con los paraísos fiscales y la evasión de capitales; al mismo tiempo que se acoten y graven las transaciones financieras especulativas de capital.

4º.- Hacer pedagogía política. Orientar nuestra acción a la conquista de la hegemonía cultural, social y política, por medio de la acción formativa y comunicacional.

5º .- Transformar la comunicación unidireccional actual –de arriba abajo-, por una comunicación bidireccional. Lo que implica que la nueva dirección ha de ser más proclive a escuchar  y atender, que a dar consignas.

6º .- Elegir liderazgos ejecutivos, en función de mérito y capacidad para aportar, y no en función de compromisos y equilibrios territoriales. Puedo asegurar por mi experiencia formativa, que el 90% de la militancia socialista, no sabe relacionar más de 5 dirigentes de la Ejecutiva actual, con sus responsabilidad política interna en el PSC.

7º .- Socializar el liderazgo, acabando con la acumulación de cargos institucionales y orgánicos, que ni hacen, ni dejan hacer.

8º.-  Limitar los mandatos en una misma responsabilidad política, tanto orgánica, como institucional, a 2 legislaturas. De quien en 8 años no se ha vaciado intelectualmente y volcado toda su iniciativa, no se puede esperar que lo  haga en 12 o en 20 años.

  9º.- Promover para los cargos de representación política a personas   íntegras e impolutas. De A.Gramsci aprendimos que los partidos políticos serían evaluados por la ciudadanía en función de su propia práctica interna y externa. Pablo Iglesias se adelantó a su tiempo para exigir la responsabilidad corporativa, in eligendo; in vigilando  cuando dijo: “Para los cargos públicos, los socialistas hemos de elegir siempre a los mejores, a los más capacitados y honrados, y vigilarlos cada día como si fueran canallas”. La derecha puede permitir la corrupción en sus filas, está un sus genes políticos, en su razón de ser; por eso no le causa desgaste electoral. Para la izquierda, un solo caso de corrupción le priva de credibilidad, porque nació precisamente para combatir la corrupción y las injusticias sociales.

10º .- Atrevernos a disentir del PSOE y del Gobierno. El PSC ya es un partido con personalidad jurídica propia, desde 1978. La realidad inmediata nos ha demostrado, sobradamente, que las decisiones del Gobierno, o de la Ejecutiva Federal del PSOE, tienen consecuencias electorales inmediatas en Cataluña. Dejar de opinar y asentir está resultando suicida. Callar alegando responsabilidad política, mientras se reclama más autonomía, resulta incoherente e incomprensible para el electorado socialista. Para disentir desde la lealtad de un mismo proyecto social para España, sólo hace falta el coraje y la valentía política de los diputados del PSC, ni siquiera es necesario un grupo parlamentario propio.



Recordar, por último, lo que apuntaba Antonio Gramsci en su obra LA POLÍTICA Y EL ESTADO MODERNO: “Las crisis históricas fundamentales están determinadas por las crisis económicas”… “De la Revolución Francesa no puede decirse que la catástrofe del Estado absolutista se debiera a una crisis de miseria y empobrecimiento. El Estado se debatía en una crisis financiera y global y se planteaba la cuestión de donde deberían recaer los sacrificios y las cargas para poner en orden las finanzas estatales”

Esto fue anunciado 80 años antes del nacimiento del movimiento del 15-M y de sus exitosas movilizaciones. En los planteamientos políticos del Socialismo, en España y en Cataluña, debe haber un antes y un después del 15-M.