El constructor épico de amor a la tierra, a la nación a la
bandera, es una manipulación ideológica, que la clase en el poder nos inculca
desde la escuela, por sí después les interesa llamarnos a la guerra patriótica
para defender sus intereses egoístas.
El sentido de pertenencia también corresponde a ese ámbito
de creación artificial de sentimientos abstractos.
El Socialismo basa su fuerza construyendo una ideología que
una a la "clase obrera", a los desfavorecidos sociales, a los
trabajadores, a los que para subsistir necesitan vender cada día su"
fuerza de trabajo", a los explotados, la inmensa mayoría de la población,
el 99 %.
Nuestra patria es el mundo. Cuando más divisiones
geográficas se establezcan, más se dificulta esa unión de clase, de la inmensa
mayoría, contra el enemigo principal, los grandes propietarios del capital.
Ellos sí están fuertemente unidos, de hecho operan en un
único mercado, el del capital financiero globalizado.
Este es nuestro fin, nuestra razón de ser, para esto nacimos
como ideología, para acabar con la explotación de una clase, la minoritaria,
sobre la otra, la mayoritaria, la nuestra.
Los Socialistas en el mundo, tenemos una única bandera, la
roja, que pretende unir a todos los "proletarios del mundo". El que
no esté aquí para esto. El que desde dentro de las filas del Socialismo se
dedique a otras cosas, despistando con los sentimientos que inspira lo inerte,
las piedras y la tierra, nos está desviando de nuestro objetivo principal. Nos
está dividiendo, objetivamente. Consciente o inconscientemente. Fruto de su
ignorante ingenuidad, o de su mala fe. Objetívamente, está beneficiando a
nuestro enemigo de clase.
Hay 2 formas de hacer política en
una organización. Trabajando para que triunfe, o trabajando para que fracase.
Una constructiva y otra destructiva. Una haciendo propuestas para que tu
organización avance; otra para paralizarla.
Yo ya practiqué una forma de hacer
política destructiva durante la Dictadura de Franco. Se llamaba «entrismo».
Consistía en infiltrarse en sus
organizaciones para destruirlas desde dentro.
Así conseguimos dinamitarlos,
haciendo saltar todas sus estructuras.
La ocupación de la CNS, su sindicato
vertical, por parte de las CCOO, fue uno de los ejemplos más exitosos. Nos
presentamos a las elecciones sindicales que ellos mismos organizaban, en 1973,
y una vez dentro los desmontamos, hasta que conseguimos las libertades
sindicales en 1977 y pudimos construir sindicatos libres.
Destruir el PSC es una estrategia
política bien definida desde CDC desde las elecciones de 2010, en la que
algunos miembros apeados de la dirección del Socialismo catalán colaboran
interesadamente. Unos cobrando, otros buscando el sueldo institucional que
perdieron, después de 30 años de presentarse en nuestras listas. Seguir
dejándoles hacer, en nombre de una democracia que ellos no respetan cuando
pierden votaciones internas, es consentir que nos sigan poniendo palos en las
ruedas para que no levantemos cabeza, para no dejarnos avanzar.
Los ciudadanos, nuestros vecinos y
compañeros de trabajo, están en la calle, movilizándose contra la gestión de la
crisis económica que realizan los gobiernos conservadores de CiU y PP. Están esperando una alternativa económica
clara por parte del principal partido de la oposición.
Desbrocemos el camino y centremos en
ello nuestros esfuerzos. Lo demás vendrá rodado.