Desde posicionamientos
políticos racionales, yo no apoyaré un movimiento asambleario de dirección
anónima, que tiene fines claros a corto plazo: disolución de las Cortes, pero
oscuros a medio y largo, al no fijar cual es la alternativa.
Cortes que tienen una
legitimidad indiscutible. Fueron votadas hace menos de un año y el Gobierno
resultante posee mayoría absoluta. Es decir, todo el pueblo fue convocado a las
urnas y pudiendo elegir otras alternativas, votó la peor para mi gusto. Desde
el punto de vista democrático no tengo nada que objetar, más que resaltar la
indigencia intelectual de la mayoría social; y la ruptura contra-actual que
implica un programa electoral que cuando fue votado, prometía salidas
radicalmente diferentes a las que ahora está aplicando el partido ganador.
Esto lo razono después de
44 años de experiencia política militante. No obstante, si yo tuviera la mitad
de los años que tengo; fuera uno de los 5’5 millones de parados de este país, y
el sistema no me ofreciera perspectivas
de futuro; no me lo pensaría 2 veces.
Conclusión: no lo
comparto, puede ser el inicio de una aventura con final no escrito, pero los
entiendo perfectamente.
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