20 octubre 2005

PECADO ORIGINAL. YO TAMBIEN FUI SINDICALISTA

Que la socialdemocracia es hija de los movimientos sindicales de finales del XVIII y princicipios del XIX, es un hecho histórico incontestable.

Que las Trade Unions fueron la base para la construcción del Partido Laborista, forma parte de cultura general.

Que el mundo está lleno de líderes sindicales que acabaron siendo Presidentes de Gobierno, también.

Que en España, líderes sindicales con doble militancia, en el sindicato de clase y en un partido de base trabajadora, han tenido un papel fundamental en los distintos gobiernos, es más que sabido.

Que los burgueses y pequeño-burgueses que a principios de los 50 se organizaron en torno a los movimientos de protesta del movimiento obrero en Catalunya y en España, años después, gracias a los propios trabajadores, han sido aupados a tareas de gobierno, pertenece a nuestra cultura vivencial inmediata.

Que el fundador de un partido que se llamó y se llama Partido Socialista Obrero Español, fue al mismo tiempo sindicalista en UGT y Presidente del PSOE, es de sobras conocido.

Pero como los tiempos cambian y la cultura de los "neocons" se extiende y lo impregna todo, a partir de ahora los sindicalistas quedan inabilitados para ser ministros -Consellers- en Catalunya.

No obstante seguiremos yendo a pescar en sus caladeros en las próximas campañas electorales, reclamándoles el voto para salvarles. Todo para el pueblo.....pero sin el pueblo.

FORÇA, JOSEP MARIA.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es complicado creer en el sindicalismo (en la empresa privada), pues ya se encuentra impregnado del aroma liberal. El sentido del sindicalismo clásico, ha desaparecido o para hacer un símil: Las bases del sindicalismo son a la cúpula de los sindicatos lo que la base militante del partido a la dirección del partido.
Los partidos (incluido el nuestro) han pasado a ser maquinas electorales, cada vez más parecidas a los partidos de los EEUU.
El militante de izquierdas, ha de ser hoy en día, un iluminado, capaz de ver en la belleza de los detalles (aún insignificantes), la magnitud del progresismo (¿o p(r)o(gr)esia?).
El despotismo ilustrado es una forma tan aceptable como la democracia, siempre y cuando prime lo de ilustrado (que no iluminado) sobre el despotismo (y ese puede ser el problema).No caer en el desanimo es la mayor tarea (sindical, política, ciudadana…). Ya vendrán tiempos mejores.